EN EL TÍTULO IV DE NUESTROS ESTATUTOS SE NOS DICE REFERENTE A LA LECTIO DIVINA:
Art. 73
El primer medio, después de los anteriores, que fundamenta nuestra vida espiritual
en lo “único necesario” (19) y la hace progresar en el divino servicio, dándonos
respuesta según Dios a cada situación concreta de nuestra vida monástica, es la lectio divina.
Art. 74
& 1 : Por ello, queriendo hacerla con provecho, a imitación de nuestra Madre Inmaculada,
la “Virgen oyente” de la divina Palabra (20), tenemos en cuenta las siguientes orientaciones :
a) Tomamos conciencia de que leer la Palabra de Dios es recibir gracia santificante.
b) Ello nos exige leerla con avidez santa, con pureza de corazón, con deseo de Dios, con atención, leyéndola con los ojos pero escuchándola con el corazón, con perseverancia a pesar del tedio, con sosiego, con amor, con devoción.
c) Nos exige hacerla con objetividad, no queriendo que nos diga lo que no dice.
d) Como hacía nuestra Madre, que la guardaba en su corazón (21) para conferirla y dar el ciento por uno en frutos de santidad (22), así nosotras la interiorizamos para encarnar en nuestro corazón como ella al Verbo de la Vida y poder después darlo a luz con las obras.
& 3 : Si todo esto hacemos, si sabemos profundizarla en nuestro corazón, ella nos separará, por convencimiento, de las vanidades mundanas. Si sabemos gustarla nos llenará el alma de la dulzura de la ley divina (23) y de los deseos celestiales, que apagarán los de la carne, y nos apartará, desarraigándonos, de los vicios y pasiones. Nos ayudará, en fin, a vivir la presencia de Dios.
& 4 : Todos estos frutos que cosecharemos siendo asiduas lectoras y oyentes de la Palabra de Dios, nos llevarán a ser discípulas aventajadas de la contemplación de Dios y de sus misterios, adoradoras de su inefable santidad, que nos envolverá con su fuerza transformadora haciéndonos ser de nuevo imagen y semejanza de su mismo modo de ser y amar.
Art.75
Modelo en este ejercicio y en sus frutos es nuestra Madre Santa Beatriz, constante discípula de la lectio divina, por la que alcanzó altísima contemplación de Dios (24), y con la que dejó marcada la fundación de su Orden (25).
Art. 76
& 1 : Por ello, además de nutrir con este alimento nuestra oración, hacemos todos los días la lectio divina por espacio de quince minutos en el tiempo designado en el horario de Comunidad, según determinare el Directorio del Monasterio.
& 2 : Si por alguna causa no hubiésemos podido hacerla en el tiempo determinado podemos suplirla durante la Adoración al Santísimo. En este caso, alternamos la mirada al Señor Sacramentado con la mirada reposada a la Sagrada Escritura, adorando así la Presencia divina en estos tan altos y sagrados veneros de santidad y amor.
& 3 : En tiempo de Adviento, Cuaresma y Pascua, procuramos hacer la lectio divina sobre los textos del Antiguo y Nuevo Testamento en los que están revelados tan soberanos misterios correspondientes al ciclo litúrgico que vivimos.
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